lunes, 7 de mayo de 2012

ERASE UN COMENTARIO DE LA MATANZA SEGUREÑA.

Muy buenas gente un día seguimos con el blog, en primer lugar quiero pedir disculpas por los posibles fallos que pueda tener estas publicaciones tipo, fotos sin editar etc etc.
Las intentare subsanar todo en la mayor brevedad posible.

Desde  Málaga no tengo mucho material para seguir el blog, pero bueno vamos a ir avanzando un poco , para hoy un comentario de la mataza, trata de .... bueno mejor vamos a leerlo.
El acierto, en la vida y en la matanza......
 


Una matanza grande, de envergadura, precisa el concurso de un buen número de mujeres si se quiere que el proceso vaya con la prontitud y esmero debidos, así que lo más probable es que se hallen matanceras de bien diversa condición, lo cual conviene y se busca premeditadamente.
(Habrá que llamar a fulana que da con muy buen punto de sal en los chorizos).
(Vendrá mi hermanica, que no sé si podrá venir la vecina, que su suegro se ha puesto malo ayer mismo ¡ Con lo bien que sabe salar los jamones!).
(No, el adobo lo haré yo misma, que nosotros preferimos el gusto que echan los lomos cuando se ponen como siempre se ha hecho en mi casa).
(Preferible fuera que no viniese, porque charla y sólo samugea, pero a ver quién no le dice nada viviendo tan cerca).

La dueña de los gorrinos, si ya tiene sobrada experiencia, sabe a quiénes debe llamar, por qué razones, y en dónde debe ponerlas para que en la distribución del trabajo cada una se encuentre donde mejor y más acertadamente rinda. Al tiempo, con mano izquierda evitará que dos mujeres, con funciones similares pero criterios dispares, rocen, buscándoles tareas distantes; y con sagacidad y prudencia dará a la inútil o a la remisa, trabajo sin responsabilidad para que no lo arruine, destinándola a oficios sin malas consecuencias ni penosos enredos en caso de que los desbarate.

Un error en la distribución de las tareas puede arruinar toda una matanza. Todo tiene su maestría y es importantísimo que la que más sepa de cada una en concreto se halle al frete en la elaboración referida. De saber echar las morcillas en el caldero en su momento preciso, va el que éstas se hagan o se espanzurren; de saber aliñar los chorizos en sus condimentos no sólo tener la gracia y el tacto para salar los jamones, resulta no sólo el gusto bueno sino la conservación de las piezas; del ojo para retirar de las varas de cuelga las tripas de embutidos en su momento oportuno, depende el correcto guardado, una vez fritos, en orza, sin que se piquen por conservar agua, ni se vuelvan como cándalo por estar ya en exceso resecos.
 
Confiezo que la agudeza que he visto en determinadas personas para saber formar su equipo de matanceras, para reconocer en cada una su arte y entregarle es espacio para ejercerlo, es una habilidad que deberíamos desear todos para nuestra vida. Si supiéramos -con esa perfección que he visto- adjudicar nuestros papeles y nuestras actividades, nuestros logros serían tan perfectos como esas matanzas que ahora comento. Aunque, bien es verdad, que luego -como en la vida- toda una sarta de azares le da un sesgo roborativo o lo desbarata. A la vida y a la matanza.



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