Es época de castañas
Parece que, por fin, ha llegado el otoño. Este año se ha hecho bastante de rogar, al menos en lo que a temperaturas y lluvias se refiere, porque la estación ya llevaba con nosotros un mes largo. De eso han sido testigos nuestros bosques, que hace tiempo que sacaron del armario su vestimenta otoñal, se cubrieron de tupidas alfombras de hojas secas y empezaron a obsequiarnos con sus sabrosos frutos de temporada. Y si hay un fruto característico del otoño es, sin duda, la castaña. En las calles de las ciudades y los pueblos ya se empiezan a ver los primeros castañeros y castañeras. Seguro que, más de una vez, al pasar por delante de uno de estos puestos, no habéis podido evitar comprar una docena de calvotes en su típico cucurucho de papel de periódico. Yo, que caigo fácilmente en la tentación, sí lo he hecho, porque no hay nada que más me apetezca cuando es época de castañas.
La Castaña es tan importante en esta estación que hasta tiene su propia fiesta, la cual se celebra el 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos. Esta fiesta popular, propia de las provincias del oeste de la Península (Ávila, Salamanca, Toledo, Badajoz, Cáceres, Zamora…) se denomina de distintas formas según la zona en la que se festeje: El Día del Calvote, La Calbotada, La Moragá, La Carbochá… pero en todos los lugares se realiza el mismo ritual: grupos de amigos y familias enteras se reúnen al aire libre (generalmente en el campo) en torno al fuego, donde asan las castañas que más tarde merendarán. En algunas zonas, incluso las comen acompañadas de otros frutos de temporada como los higos, las nueces o las bellotas.
En la zona de Extremadura, previo a La Carbochá (o La Calbochá), se realiza lo que comúnmente se denomina La Chiquitía o La Chaquetía, que consiste en que los chavales y chavalas del pueblo salen todos juntos a recoger las castañas al campo. También se denomina de la misma forma a una tradición en la que los más jóvenes van pasando de casa en casa pidiendo “La Chiquitía”, recibiendo a cambio todo tipo de frutos del tiempo, dulce de membrillo y tortas típicas. Después, una vez que se han hecho con el botín, reúnen lo conseguido entre todos y realizan la celebración de la fiesta de la castaña en torno a la hoguera. Curiosamente esta actividad recuerda al “truco” o “trato” del Halloween de los niños anglosajones, fiesta que se celebra en la misma fecha.
Pero la fiesta del calvote no es única del Día de Todos los Santos. Hay otras provincias españolas que realizan una fiesta similar en fechas cercanas. En Galicia, por ejemplo, la festividad se extiende desde el 1 de noviembre hasta 11 de noviembre (San Martín). Aquí, esta fiesta popular se denomina El Magosto y, aparte de castañas asadas, también se degusta carne de cerdo, chorizos y el vino nuevo de la cosecha. Es tradición, igualmente, “tiznarse” la cara con los restos de las brasas y saltar las hogueras porque, al parecer, trae buena suerte.
En Asturias se denomina Amagüestu, y suele celebrarse en la vigilia de Todos los Santos, acompañando las castañas de sidra dulce a la vez que se ambienta con bailes regionales, gaitas y panderetas. En Cantabria también es tradición en las aldeas el asado de castañas. La Magosta, como es conocida aquí, se realiza entre finales de octubre y principios de noviembre y es una fiesta también muy habitual en todos los colegios de la región. Y Gaztainerre es el nombre que recibe esta celebración en algunas localidades del País Vasco. Esta fiesta, que se realiza dos lunes después del Día de los Difuntos, reúne a los miembros de las cuadrillas en los restaurantes y sociedades gastronómicas del pueblo para cenar caracoles, chorizo frito y castañas de postre.
En Cataluña se conoce como Castanyada y, aunque tradicionalmente se celebra el 1 de noviembre, últimamente se ha adelantado la celebración a la víspera. Consiste en una comida en la que se saborean castañas, panellets (dulce típico de la festividad de Todos los Santos que se consume en las comunidades catalana, valenciana y balear), boniatos y fruta confitada, todo ello acompañado de vino moscatel. Alrededor de esta celebración, es muy común ver a las castañeras vendiendo en las calles y plazas de los pueblos castañas asadas y calientes al tiempo que pregonan: “Calentes i grosses! Qui en vol, ara que fumen?”
Pero vivamos o no en zonas donde se realicen estos festejos, todos podemos celebrar nuestro propio día de la castaña. Mi consejo es que os acerquéis a un castañar a dar un paseo (ahora es cuando más bonitos están) al tiempo que vais recogiendo las castañas caídas de los árboles. Esta actividad, que es ideal para realizar en familia, tiene su segunda parte en casa. Una vez en vuestra morada, podéis asar las castañas en las brasas de la chimenea (los afortunados que contéis con una) o en el horno de la cocina. Y ya solo falta que las merendéis mientras charláis con los amigos o veis una buena película en compañía.
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